sábado, 10 de agosto de 2013

Eduardo Galeano Patas arriba La escuela del mundo al revés fragmentos....


 Los violadores que más ferozmente violan la
naturaleza y los derechos humanos, jamás van presos. Ellos tienen las llaves
de las cárceles. En el mundo tal cual es, mundo al revés, los países que
custodian la paz universal son los que más armas fabrican y los que más armas
venden a los demás países; los bancos más prestigiosos son los que más
narcodólares lavan y los que más dinero robado guardan; las industrias más
exitosas son las que más envenenan el planeta; y la salvación del medio
ambiente es el más brillante negocio de las empresas que lo aniquilan. Son
dignos de impunidad y felicitación quienes matan la mayor cantidad de gente
en el menor tiempo, quienes ganan la mayor cantidad de dinero con el menor
trabajo y quienes exterminan la mayor cantidad de naturaleza al menor costo.
Caminar es un peligro y respirar es una hazaña en las grandes ciudades del
mundo al revés. Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo:
unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no
duermen por el pánico de perder las cosas que tienen. El mundo al revés nos
entrena para ver al prójimo como una amenaza y no como una promesa, nos
reduce a la soledad y nos consuela con drogas químicas y con amigos
cibernéticos. Estamos condenados a morirnos de hambre, a morirnos de miedo
o a morirnos de aburrimiento, si es que alguna bala perdida no nos abrevia la
existencia.
¿Será esta libertad, la libertad de elegir entre esas desdichas amenazadas,
nuestra única libertad posible? El mundo al revés nos enseña a padecer la
realidad en lugar de cambiarla, a olvidar el pasado en lugar de escucharlo y a
aceptar el futuro en lugar de imaginarlo: así practica el crimen, y así lo
recomienda

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