jueves, 2 de diciembre de 2010

El gran sueño de Dios


 
Mientras leía el periódico del Diario de hoy del día de ayer (jajaja) encontré este editorial muy bonito, me gustaría compartirlo con ustedes :), hacedlo palabra viva y practicarlo con el prójimo. 

El gran sueño de Dios
En las cosmogonías de los antiguos
pueblos de Mesopotamia y Egipto,
entre las cuales vive y crece Israel,
los dioses se conciben muy ocupados
en sus asuntos al punto de verse en
la necesidad de crear a los seres humanos
como un ejército de esclavos. Los
hombres realizarán los trabajos pesados
y los dioses podrán gozar su beatitud.
De los humanos recibirán el culto periódico
como también el sacrificio sustancioso
que les alimenta.
Los israelitas poseen todas las determinaciones
para imaginarse a su Dios
en términos semejantes, como uno que
necesita sacrificios para su tranquilidad
y a cambio de los cuales otorga recompensas.
No obstante, cuando Dios habla,
Quiebra las tradiciones:“No necesito becerros
de tu establo ni machos cabríos
de tus apriscos, pues míos son los animales
del bosque, mío también el ganado
de los cerros. (…) Si yo tuviera hambre,
no te lo diría, pues mío es el mundo,
y todo lo que contiene. ¿Acaso me
alimento con carne de toros, o con sangre de machos cabríos?¡
Ofrece a tu Dios
tu gratitud, cumple tus promesas al Altísimo!
Invócame en el día de la angustia;
yo te libraré y tú me honrarás”. Salmo
50:9-15.
Dios no ve a su pueblo como vasallo
Al que impone tributos costosos. Al contrario:
Dios se dispone a responder, a
mostrar su veracidad. Invita a que le invoquen
y asegura la liberación. Pero la
influencia de los vecinos hace que Israel
siga en la dirección de las tradiciones
cúlticas invirtiendo el orden. Dios no
pretende servirse de su pueblo, pero su
pueblo pretende servirse de su Dios. Reta
la misericordia divina y quiere hacer
cautivo de sus desobediencias a Dios.
Pero Dios responde: “¡Ya se te ha declarado
lo que es bueno! Ya se te ha dicho
lo que de ti espera el Señor: Practicar la
justicia, amar la misericordia, y humillarte
ante tu Dios”. Miqueas 6:8.
El culto que Dios exige es inesperado
y perturbador. En lugar de que
le den de comer, pide que se le dé
de comer al prójimo, que se practique la
justicia. Su cosmogonía es una en donde él es Señor-
siervo. Su pueblo no es un
ejército de esclavos sino un ejército de
libres que deben servirse los unos a los
otros a semejanza del Dios al que conocen.
El hombre ha de buscar lo que Dios
quiere aquí y en este momento. El ser
humano está totalmente ligado, sin libertad
para interpretar la voluntad de
Dios a su manera. La palabra de Dios es
un don a la vez que un desafío. Cuando
Dios confía su palabra al hombre, se
arriesga a que su palabra sea falsificada.
Donde Dios envía un profeta, allí puede
levantarse el falso profeta. Es una posibilidad
que Dios mismo provoca, aceptando
el riesgo. Lo acepta porque vale la
pena para su gran sueño.
*Pastor general de la misión cristiana Elim

No hay comentarios:

Publicar un comentario